El ya extenso repertorio de averías que pueden afectar a la red de Cercanías se amplió ayer todavía más. Los trenes circularon por una vez con normalidad, aunque con los crónicos minutos de desfase respecto a los horarios establecidos. El problema se centró en esta ocasión en la estación de la plaza de Catalunya que se quedó sin electricidad y con todos los servicios parados durante 16 horas, de las 20.53 del jueves a las 12.40 de ayer. Un total de 40.000 personas debieron transitar casi entre tinieblas, solo había siete focos de emergencia, por el enorme vestíbulo y los siempre repletos andenes. La experiencia les salió, eso sí, gratis porque las canceladoras de billetes tampoco funcionaron y permanecieron con las puertas abiertas. Incluso horas después de que volviera parcialmente la luz.
El incidente se originó, según Renfe, al fallar la red de energía de la propia estación y acto seguido caer también el generador que debía cubrir la falta de electricidad. La conexión de otro aparato, llegado a las cinco de la madrugada, no fue posible "por dificultades técnicas" hasta el mediodía, ocho horas después.
Durante todo este tiempo, un grupo de 30 empleados de seguridad e información intentaron atender a los atónitos viajeros con el paisaje de fondo de los contiguos andenes de la L-1 del metro perfectamente iluminados. El movimiento de trenes de las cuatro líneas que pasan por la estación (C-1, C-3, C-4 y C-7) lo anunciaban trabajadores de Renfe megáfono en mano en el propio andén.
Sin escaleras ni ascensores.
La falta de energía apagó las luces de la estación, las máquinas de venta de billetes y las pantallas y altavoces de información, pero no afectó, en cambio, a los numerosos comercios y bares del amplio vestíbulo situado entre el paseo de Gràcia y la rambla de Catalunya. El corte paralizó también las escaleras mecánicas y los ascensores, que no volverán a funcionar, según Renfe, hasta que previsiblemente hoy por la mañana se consiga reparar del todo las averías.
En el dispositivo para conducir a los viajeros entre la calle y los trenes y garantizar su seguridad participaron miembros de los bomberos, los Mossos d'Esquadra y la Guardia Urbana. A media tarde de ayer, el enorme reloj que cuelga sobre la escalera de acceso a los andenes seguía marcando las 20.53 horas, del jueves claro, cuando empezó todo.
Las luces de emergencia y el despliegue de personal atenuó el suceso, pero no evitó las quejas y los sarcasmos de muchos viajeros que consideraban incomprensible que una avería semejante pudiera llegar a durar tantas y tantas horas.
Fuente: El Periódico (www.elperiodico.com)