domingo, 24 de noviembre de 2013

NOTICIAS-El enigma de la locomotora que llegó a Canillas.


El barrio de San Fernando, en Canillas, es singular. Esta zona del distrito de Hortaleza, repleta de antiguos chalecitos, conserva estampa de pueblo, aunque albergue el mayor complejo policial de España. Y la primera iglesia ortodoxa de Madrid, desde hace unos meses, que aporta exotismo al lugar con unas cúpulas doradas y bulbosas que recuerdan a Moscú.

A todas estas rarezas, ahora hay que añadir otra que ha aparecido en medio de un solar: una locomotora pequeña, oxidada y muy enigmática. La vía de tren más cercana se encuentra a dos kilómetros, y nadie se explica cómo ha llegado de pronto a ese rincón de la ciudad, que además está protegido por una verja.

«¡Si lleva toda la vida en el mismo lugar!», desvela un vecino de la misma calle. Cuenta que la máquina no se ha movido de sitio en treinta años, pero ha pasado desapercibida porque permanecía oculta tras el espesor de la maleza. Un reciente desbrozado ha revelado el secreto del solar, un hallazgo difícil de calibrar.

A primera vista, la locomotora parece antigua, pero su motor, de combustión y bien conservado, hace dudar. Podría ser un añadido posterior, aunque se descarta que originalmente fuera de vapor: no tiene bielas entre las ruedas ni chimenea. Tampoco conserva ninguna placa que ayude a identificarla.

«Está ahí porque ese sitio ha sido siempre almacén de una familia que se dedicaba a la chatarra», añade otro vecino criado en el barrio. Pero es María, una señora de 65 años que vive desde hace décadas junto al solar, la que aporta la mejor pista en forma de tarjeta con el número del dueño, donde se presenta como promotor inmobiliario. ¿Pero no era una familia de chatarreros?.

«Bueno, ahora soy técnico de sonido, y también hemos hecho casas. La chatarrería la tenemos algo olvidada», explica por teléfono Chema, el propietario de la locomotora. «En el solar no lleva tanto tiempo, como mucho diez años. La llevamos con grúa porque pesa 5.000 kilos». Tampoco conoce el origen del vehículo, que adquirió con un lote hace 25 años.

«Debe tener 90 años como mínimo, aunque el motor es un Perkins, de gasoil y posterior. Creo que viene de una mina, aunque es sólo una suposición». Está a la venta por 6.000 euros. «Es el precio que les puse a los de la asociación de amigos del ferrocarril de Valladolid, que estuvieron interesados», recuerda.

«No tiene ese valor, lo que pasa es que en Valladolid coleccionan estos trastos». Lo dice Jesús Vigil, presidente de la asociación madrileña. Descarta que venga de la minería «porque tiene el ancho de RENFE» y apunta al uso industrial. «Es de construcción casera, y no muy antigua», sentencia mientras recibe otra llamada. «Oye, me dice un compañero que sabe dónde estuvo esta locomotora».

Manuel González, también amigo del ferrocarril, tiene la clave. «Estaba en la Cristalera Española, en Hortaleza». Curiosamente, en esas vías que se encuentran a dos kilómetros de su ubicación actual. «Pero la máquina tiene que proceder de otra instalación, porque es más antigua que esa fábrica, de los años 20 o 30. Quizás sea la única de este tipo que queda en todo Madrid». El enigma sobre su origen quede, de momento, por resolver.

Fuente: El Mundo (www.elmundo.es)