domingo, 30 de marzo de 2014

NOTICIAS-ACS y FCC doblegan al gigante Odebrecht y construirán la línea 2 del Metro de Lima.


El sector español de la obra pública tiene un nuevo motivo para sonreír, aunque las alegrías sigan produciéndose en el extranjero. El consorcio que lideraban ACS y FCC se ha impuesto en el concurso para construir y gestionar durante los próximos 35 años la nueva línea 2 del Metro de Lima. El importe total de este megaproyecto superará los 3.900 millones de euros, alrededor de 5.400 millones de dólares. Se trata de la obra de ingeniería más ambiciosa que haya afrontado nunca Perú, y las miradas de sus autoridades y contribuyentes escrutarán de ahora en adelante la eficacia de las dos constructoras españolas.

Para imponerse, ACS y FCC han tenido que doblegar a la italiana Ansaldi y al gigante brasileño Odebrecht, los dos consorcios que se quedaron finalistas, aunque ninguno de ellos se presentó finalmente a la parte técnica y económica. Sólo la oferta española llegó hasta el final del proceso. Este viernes, la empresa pública encargada de la licitación y gestión de proyectos en Perú, ProInversión, adjudicó oficialmente el proyecto al consorcio español.

El camino no ha sido sencillo. Odebrecht partía como la favorita para ejecutar la obra. El gigante brasileño ya está construyendo la primera línea del Metro de Lima y tiene gran presencia en Perú. Sin embargo, a última hora anunció que se desmarcaba del proceso alegando que el Ejecutivo de Ollanta Humala no ha atendido algunas de sus exigencias. Entre otras cuestiones, según informan fuentes cercanas al concurso, la constructora carioca había pedido un incremento del tope presupuestario de la licitación, fijado en 6.620 millones de dólares, unos 4.800 millones de euros. Además, también había reclamado que se incluyeran modificaciones técnicas en el pliego de condiciones. Pero ProInversión rechazó esos cambios y decidió continuar con el proceso y adjudicar la obra a la única oferta que cumplió todos los requisitos.

Aplazamiento de última hora.

Fuentes del consorcio español aseguran que Odebrecht intentó hasta el último segundo que el concurso se declarara desierto y volviera a repetirse con nuevas condiciones más favorables para sus intereses en un plazo de cuatro meses. Finalmente, el conglomerado brasileño no ha logrado su propósito. Pero no son los únicos problemas a los que han tenido que hacer frente ACS y FCC en los días previos a la decisión del Gobierno peruano.

El consorcio español ha sido acusado de no contar con la solvencia necesaria para afrontar una obra de estas características. Sus integrantes se vieron obligados a publicar un comunicado esta semana rechazando esas informaciones y recordando que su patrimonio conjunto supera los 10.100 millones de dólares, seis veces más de los 1.600 millones de dólares que fija como mínimo el pliego de condiciones. Además, aseguró que la agencia de calificación Fitch les ha otorgado un riesgo crediticio específico para este proyecto de BBB, un escalón por debajo de los bonos soberanos de Perú.

El último incoveniente para el consorcio también surgió en los últimos días y no va a diluirse con su victoria en el concurso. El Colegio de Ingenieros del Perú ha denunciado que el proyecto ha sido elaborado por profesionales que no están habilitados para ejercer la ingeniería en el país suramericano y que algunos de los planos de la oferta vencedora carecen incluso de la firma técnica obligatoria. La dirección del Colegio ya ha anunciado que recurrirá la adjudicación ante los tribunales.

La sombra del Canal de Panamá.

El Ejecutivo peruano ha obviado todos esos frentes y ha decidido avanzar en la adjudicación del proyecto más emblemático que se haya levantado nunca en el país, pero por ese mismo motivo sentirá la presión de los partidos de la oposición y de la propia ciudadanía si las obras sufren contratiempos. Los contrarios a las obras denuncian que el proceso no ha tenido la competencia necesaria por la ausencia de dos de los finalistas. Pero el ministro de Transportes, Carlos Paredes, ha asegurado que eso no ha influido en los costes. De hecho, la oferta de ACS y FCC se ha quedado a 800 millones de euros del máximo fijado por el Estado.

Esa es la mayor fortaleza del consorcio español, pero puede convertirse también en su principal debilidad si las obras generan algún sobrecoste. Es inevitable establecer un paralelismo con la crisis de Sacyr en el Canal de Panamá, otro de los grandes proyectos de ingeniería que están siendo ejecutados por empresas españolas. El Gobierno de Mariano Rajoy ha tenido que involucrarse para conseguir que las autoridades de ese país financien los modificados que según la constructora española ha sufrido el plan inicial. En esa ocasión, también Sacyr se impuso con una oferta económica inagualable.

El Gobierno peruano espera que no ocurra lo mismo en su obra más simbólica, que casi dobla en coste a la del canal, aunque las conexiones son intensas. El consorcio español comparte incluso protagonista. Junto a ACS (con un 25% de la sociedad) y FCC (19%), también forma parte del conjunto vencedor la constructora italiana Impregilo (19%), socio de referencia de Sacyr en las obras de Panamá. Completan la nómina de compañías que construirán y gestionarán la nueva línea 2 de Lima la también italiana Ansaldo (27%), que se encargará de la fabricación de los trenes, y la constructora peruana Cosapi (10%). Metro de Madrid también está involucrado aunque como asesor técnico del proyecto.

Las obras comenzarán en 2016.

Los movimientos de tierras deberán comenzar en 2016. Las autoridades peruanas pretenden que pueda abrirse la primera fase en agosto de 2017 y que la última fase esté concluida a finales de 2019. La infraestructura tendrá que ser capaz entonces de transportar 150.000 pasajeros al día.

El contrato incluye la construcción de la nueva Línea 2 del Metro de Lima y de los trenes que circularán por ella, así como su gestión integral durante los próximos 35 años. La vía cruzará la capital peruana de este a oeste, desde el distrito interior de Ate-Vitarte hasta el perfil marítimo de la ciudad en la zona de Callao. Además, tendrá un ramal hacia el aeropuerto internacional Jorge Chávez, por el que este año pasarán 15 millones de pasajeros. En total, la nueva línea 2 tendrá una longitud de 35 kilómetros, de los que una buena parte discurrirá bajo tierra.

Fuente: El Confidencial (www.elconfidencial.com)