domingo, 8 de diciembre de 2019

NOTICIAS --- El enigma del metro de Moscú: ¿existe una línea secreta o solo es una leyenda?


Si nos paráramos a pensar un segundo en este mundo de velocidad, prisas y nervios, posiblemente quedaríamos impresionados ante lo que ven nuestros ojos: a nuestro alrededor podemos observar grandes edificios, carreteras asfaltadas, semáforos perfectamente combinados, riegos por aspersión programados... una amalgama de tecnología que pasa desapercibida por estar acostumbrados a ella. Pero nunca pensamos en el un mundo oculto a escasos metros de nosotros: el subsuelo.

Precisamente, bajo nuestros pies se abre un mundo secreto al que el ciudadano de a pie no tiene acceso. Y, precisamente, eso es lo que la URSS tuvo que pensar tras acabar la II Guerra Mundial y el comienzo de la Guerra Fría. La escalada nuclear entre el país soviético y Estados Unidos llegó a un punto tan álgido que llegó a temerse por un conflicto de consecuencias catastróficas, lo que hizo que Iósif Stalin ideara un plan: una línea de metro secreta.

El 15 de mayo de 1935, se inauguraba la primera línea de metro de Moscú entre Sokólniki y Park Kultury. No sería hasta años después cuando comenzaron a realizarse las primeras estaciones subterráneas, algo de lo que Stalin tomó nota. Si el país soviético sufriera un ataque nuclear, ¿cuál sería el lugar más seguro para protegerse? Sin duda, bajo tierra. Sería en 1950 cuando anunciaría a sus colaboradores más cercanos su plan, llamado en clave D-6 por el KGB.

La idea no era otra más que construir una especie de metro secreto, paralelo al de uso normal de la ciudad pero del que solo tuvieran conocimientos los altos cargos del país, que no solo sirviera como refugio antinuclear, sino que permitiera conectar los principales edificios de Moscú. El proyecto conectaría el Kremlin, con los cuarteles del Servicio de Seguridad, el Aeropuerto del Gobierno de Vnúkovo-2 y el Cuartel de las Fuerzas Armadas rusas, entre otros edificios claves.

Entre los altos cargos soviéticos, el proyecto pasó a denominarse comúnmente Metro-2 y aún albergaba un secreto en su interior: una ciudad-búnker en la que esconder a los altos cargos en caso de necesidad, llamada Ramenki-43, una localidad absolutamente subterránea que tendría unos 2 kilómetros cuadrados, con grandes almacenes con víveres que garantizaran la supervivencia durante, al menos, 30 años. Pero, ¿solo fue una ilusión o se llegó a construir?

El secretismo rodeó a esta supuesta línea de metro secreta durante varias décadas, hasta la caída de la URSS en 1991. Fue a partir de esa fecha cuando varios funcionarios soviéticos aseguraron la existencia del proyecto, un hecho que refrendó el propio Departamento de Defensa de EEUU a través de un informe llamado 'Fuerzas Militares en Transición', en el que explicaba la existencia de Metro-2 y sus comunicaciones con los principales edificios del país.

¿Se ha descubierto o es una leyenda?

Pero algo no encajaba: la URSS puso el proyecto sobre la mesa, funcionarios de la KGB confirmaron su desarrollo y EEUU su existencia... pero no existe una sola prueba sólida que confirme que Metro-2 es real. Los años siguen pasando y la leyenda sigue desvelarse, pues ni las autoridades afirman ni desmientes su existencia, ni los investigadores privados han conseguido hallar una sola señal de su presencia... hasta que llegó el año 2006.

Antes de esa fecha, investigadores habían conseguido encontrar algunas puertas secretas que daban acceso a supuestas estaciones de metro ocultas a los ojos de los ciudadanos y que se corresponderían con ese trazado del Metro-2, pero las autoridades lo han desmentido sucesivamente: en unos casos, hablan de apeaderos para trabajadores; en otros, de lugares de reparación de vagones, conductos de ventilación o, incluso, de vías de evacuación de edificios importantes.

Pero fue hace poco más de una década cuando algo ocurrió. El Hotel Rossiya, uno de los más míticos de Moscú, fue derribado en 2006 y, en su demolición, apareció algo completamente desconocido: el hallazgo de una serie de túneles que estarían conectados con el Kremlin. No en vano, este hotel fue una de las joyas de la corona de la ciudad, precisamente el lugar en el que se reunía el Comité Central del Partido Comunista para realizar sus reuniones.

Para paliar la sed de preguntas, las autoridades rusas no dudaron en abrir al público dos lugares secretos, precisamente el búnker Izmailovo -el refugio personal de Stalin- y el búnker 42 -de mayor tamaño y pensado para el resto de personalidades del país-. Ambos pueden ser visitados y muestran cómo eran los principales escondites soviéticos en caso de guerra nuclear. O, dicho de otro modo, una golosina para los amantes de lo oculto, que siguen preguntándose si el misterioso Metro-2 y la ciudad subterránea de Ramenki-43 son solo un proyecto que nunca se llevó a cabo o si en realidad existen, pero en el más absoluto secreto.

Fuente: El Confidencial