Los ciudadanos que viven en Cataluña se aprestan a sufrir, por enésima vez en los últimos cinco años, el retraso de obras fundamentales para mejorar su movilidad. Serán testigos de cómo en tiempos de reducción de la inversión pública y del gasto para aliviar el déficit en pos de una pronta recuperación económica, el Metro, por ejemplo, tardará dos años más en llegar al aeropuerto; lo mismo que el túnel del AVE para unir las estaciones de La Sagrera y Sants, la reforma del Camp Nou prevista por el arquitecto Norman Foster, el Cuarto Cinturón para descongestionar el tráfico en la ciudad de Barcelona o la renovación de la fachada marítima de Tarragona. “Los catalanes estamos acostumbrados a los retrasos, pero esto mermará la competitividad y la productividad de nuestra economía”, señala un empresario del sector del transporte que prefiere guardar el anonimato.
El presidente de la Generalitat, el socialista José Montilla, se ha rendido a la evidencia de que Cataluña también se verá afectada por la decisión del ministro de Fomento, José Blanco, de reducir en 6.000 millones de euros el gasto de Estado en obra pública. “Lo que está claro es que a pesar de la disposición adicional tercera que marca el Estatuto de Autonomía de Cataluña y fija inversiones anuales estatales, con el plan de austeridad, las obras y las licitaciones estatales en la comunidad catalana se verán retrasadas”, aseguran a El Confidencial fuentes del Ministerio de Fomento. A estos retrasos se deberán sumar las obras planificadas y presupuestadas por la propia Generalitat, que también verán extendidas en el tiempo el inicio de las actuaciones previstas para los próximos dos ejercicios. Fuentes del departamento de Presidencia de la Generalitat confirman también que “la situación actual de crisis obligará a la Administración catalana a reprogramar el ritmo y el calendario de ejecución de muchos proyectos" de infraestructuras en Cataluña.
Sin embargo, desde la Consejería de Política Territorial y Obras Públicas, que dirige el socialista Joaquim Nadal, se concretan los recortes y nuevas fechas. Por ejemplo, las obras del AVE a Francia no se verán afectadas, pero la construcción de la futura estación del AVE de La Sagrera y las obras en algunas carreteras pueden retrasarse “hasta un mínimo de un año, aunque puede ser más tiempo si la situación económica no se recupera y la Generalitat debe prorrogar el recorte de la inversión pública y sigue en déficit”, aseguran a este diario las fuentes consultadas de la Generalitat. Nadal ha repetido que la llegada del AVE a la frontera francesa no se retrasará por culpa de Cataluña, ya que se trata de una infraestructura que debería estar en marcha desde hace tiempo. "Quiero pensar que no tocarán nuestro AVE y sí otros; igual que en Cataluña habrá retrasos en otras obras de carreteras que no se verán afectadas en otros sitios", ha explicado Nadal.
Las obras que la Generalitat espera que el ministro de Fomento no demore en Cataluña son, además de la Alta Velocidad, el proyecto de la A2 entre Tordera y Francia, así como la variante de Gandesa y los accesos ferroviarios al Puerto de Barcelona para permitir desplazar las mercancías hacia Francia y el resto de España con ancho de vía europeo.
Retrasos en la Línea 9.
Los recortes, según las fuentes consultadas, se extenderán hasta el año 2013. La principal obra afectada será el proyecto estrella que el Tripartito catalán heredó del último gobierno nacionalista de Jordi Pujol: la Línea 9 del Metro, que debe unir de este a oeste Barcelona y llevar el tan ansiado medio de transporte al aeropuerto de El Prat y a los polígonos industriales. Estos retrasos no son ninguna novedad, puesto que los catalanes llevan escuchando de los políticos diferentes fechas de finalización de la obra: 2005, 2008, 2010, 2011... y ahora: 2014. Una considerable dilatación en una obra que ha sido definida por el Gobierno catalán “como la línea de metro más importante de Europa”, con 43 kilómetros de longitud.
Otros proyectos que se verán retrasados y que estaba previsto se finalizaran en 2011 son la renovación de la fachada marítima planificada por el arquitecto Ricard Bofill en 2003 para impulsar el transporte ferroviario, la mejora de los pasos a nivel de los trenes en Tarragona, el Cuarto Cinturón y el desdoblamiento del Eje Transversal para mejorar las comunicaciones por vía terrestre por el centro de Cataluña. A ello se une la modernización de la estación de esquí de la Vall Fosca con un millar de viviendas, plazas hoteleras y campos de golf; el equipo Nàstic de Tarragona se queda sin su nuevo estadio de fútbol; y la ampliación de los edificios de la City de Hospitalet para albergar más oficinas y espacios para empresas.
De los 531 millones de ahorro total en la partida de inversión en infraestructuras en la Consejería de Obras Públicas, un total de 131 millones son un recorte de gasto ordinario del departamento. Los 400 millones restantes son inversiones que iban a llevarse a cabo a través de organismos como Gisa, Ifercat y la sociedad ICF Equipaments. La parte del león de este ahorro la soportará la sociedad pública Ifercat, a través de una reducción de 250 millones de euros en la inversión en las obras de Metro.
Fuente: Diario El Confidencial (www.elconfidencial.com)