Una explosión en la principal estación de metro de Minsk, la capital de Bielorrusia, ocurrida por la tarde del lunes a la hora de máxima afluencia de pasajeros ha causado la muerte de 12 personas y herido a más de un centenar, según los datos divulgados anoche por el presidente Alexandr Lukashenko. La fiscalía de Bielorrusia, por su parte, se ha referido a 126 heridos, 22 de ellos graves. Las autoridades bielorrusas se inclinaron por la hipótesis del terrorismo, aunque los detalles del suceso son aún confusos.
Cerca de las seis de la tarde en Minsk (una hora menos en Madrid), se produjo una explosión en la plataforma de la estación de Oktiábrskaya cuando en ella se encontraban dos trenes, según una de las versiones de lo sucedido. Según otros testimonios, la escalera mecánica de salida cargada de gente se habría derrumbado, ya fuera por la onda expansiva de la detonación, ya fuera por el peso o la caída de quienes se agolpaban en ella. Una mujer que acababa de salir del metro cuando se produjo el percance dijo que las explosiones habían sido dos y que una de ellas habría afectado a los que subían por la escalera mecánica. Las imágenes grabadas en teléfonos móviles muestran a personas sangrando y otras tratando de auxiliarlas.
Poco después de la explosión, Lukashenko bajó al metro y depositó un ramo de flores. El presidente manifestó que la explosión podía haber sido provocada. "No excluyo que nos pudieran traer este regalo desde fuera, pero debemos mirar también aquí [en Bielorrusia]", señaló el presidente en una reunión de urgencia con altos cargos del régimen. En ella, Lukashenko pidió al ministro de Defensa, Yuri Zhadovin, que compruebe todos los polvorines y depósitos de explosivos para cerciorarse de que todo "está en su sitio y todo se guarda en su debido lugar".
Sus palabras hicieron temer en medios de oposición en Minsk que el incidente de ayer pueda servir ahora para justificar una nueva oleada de represión del régimen, cuyas relaciones con occidente se han deteriorado desde los comicios del pasado 19 de diciembre.
Bielorrusia vive una época de tensiones internacionales con Occidente desde que Lukashenko se proclamara vencedor en las elecciones presidenciales. Al concluir la jornada electoral, la policía disolvió después violentamente una manifestación de protesta y encarceló a la mayoría de los candidatos que desafiaron al presidente en aquellos comicios. Dos de ellos siguen todavía encarcelados al igual que diversos activistas de oposición.
La represión del pasado diciembre y la involución política que siguió pusieron fin a las esperanzas fomentadas por la Unión Europea de una democratización progresiva del régimen que el autoritario Lukashenko dirige desde 1994.
Bielorrusia vive también una inestable situación económica, que se caracteriza por continuadas subidas de precios, reaparición del mercado negro de divisas -debido a las dificultades de cambiar los rublos bielorrusos en moneda occidental en las entidades oficiales- y suministro irregular de productos.
La estación Oktiábrskaya tiene varias salidas, una de ellas a la avenida de la Independencia, junto a la plaza de la República, que ha sido el escenario de las manifestaciones convocadas por la oposición para protestar tras sucesivos comicios electorales favorables a Lukashenko. Además de estar cerca de la Administración presidencial y de otros edificios oficiales, la estación de Oktiábrskaya es la más concurrida de Minsk por enlazar con otra línea de metro.
El jefe del Gobierno de Rusia, Vladímir Putin, expresó sus condolencias y dijo que los rusos sabían por experiencia propia lo que es el terrorismo y ofreció ayuda en la investigación.
Fuente: El País (www.elpais.es)