martes, 22 de diciembre de 2015

NOTICIAS - Décadas de historia en una tubería


En silencio se ha marchado uno de los últimos vestigios que quedaban del viejo puente ferroviario de La Almozara. Aquel que en su día se creó para conectar las estaciones del Portillo y del Norte, cuando dos compañías privadas movían el tráfico hacia el norte de España o hacia Madrid y Alicante. Aquel que salvaba el Ebro mientras en el cauce la gente podía bañarse en la playa de Los Ángeles. Siempre metida en un cajón de hormigón, a veces escuchando el traqueteo del tren al lado, a veces, como hasta ahora, con el ruido de miles de coches sobre la calzada mientras ella quedaba oculta. La historia ha ido devolviéndola al subsuelo, pero incluso fuera de la escena urbana puede presumir de haber sido testigo de la transformación vivida por la ciudad durante casi 50 años.

Durante los últimos cuatro meses, el tráfico ha sido el protagonista de unas obras que significaban su desaparición. Cuenta el jefe del departamento de Infraestructuras del Ayuntamiento de Zaragoza, José Ramón Entralgo, que en realidad estas dos tuberías de gran diámetro "llevaban varios meses sin funcionar cuando se decidió actuar". "Debía haberse empezado ya en mayo", advierte, porque durante siete meses el abastecimiento a toda la margen izquierda de Zaragoza, más de 150.000 usuarios, ha dependido de una tubería similar que cruza el río bajo el puente de Las Fuentes. Porque la función de esta infraestructura es garantizar lo que los técnicos denominan "redundancia", que no es otra cosa que si una tubería falla, otra cubra las necesidades.

"Afortunadamente el consumo actual no tiene nada que ver con el que había en los años 70", comenta Entralgo, cuando la ciudad requería de 106 hectómetros cúbicos. "Ahora no llega a 60", explica, y eso hace que se pueda cortar una tubería como la de La Almozara sin que se note en la presión con la que sale del grifo en los hogares. También ayuda que "desde hace años se aprovechan las obras en los puentes para colocar tuberías de gran diámetro que conecten ambas márgenes", para minimizar al máximo el riesgo de dejar sin agua a los habitantes de la izquierda.

Con la finalidad de llevarles agua se pensó en sus orígenes esta tubería de fibrocemento que ahora se ha sustituido. "En realidad se creó pensando en el desarrollo industrial en Cogullada y Malpica y poco después se construyó la otra y se impulsó el Actur", relata Entralgo. Entonces era la vía principal de abastecimiento de agua para sortear un río que, desde el punto de vista de las infraestructuras, siempre ha sido un obstáculo.

Más de una década estuvo conviviendo con el ferrocarril en dos cajones independientes. Por uno pasaba el tren y por el otro el agua proveniente de Casablanca. Al Actur se sumaba el Picarral, los polígonos industriales, los barrios rurales como Juslibol, las instalaciones militares de la carretera de Huesca, los nuevos desarrollos urbanísticos como Parque Goya... Así hasta los 150.000 usuarios actuales. Zaragoza ha crecido y la tubería lo ha resistido.

La solución de Manterola

Por suerte ya tenía ayuda, con la tubería del puente de Las Fuentes, desde hace 20 años, y del resto de puentes que salvan el Ebro. De hecho, solo el de Santiago carece de ellas. Y eso es porque la demanda de la margen izquierda hoy representa "el 30% del suministro total de Zaragoza", en un promedio de 2 metros cúbicos por segundo que no deja de ser una media de picos muy altos de 1,5 en hora punta --hasta 0,9 a este lado del río--, entre las 12.00 y las 15.00 horas, y otros muy bajos, sobre todo en horario nocturno, que está por debajo de los 0,5.

Javier Manterola es uno de los nombres vinculados a esta tubería. Él tuvo que pensar en los años 80 cómo salvaguardar este abastecimiento cuando la ciudad pensó cambiar el puente del ferrocarril por el carretero que es hoy. Y en ese momento, era 1984, hacía solo dos años de aquella trágica tarde del 20 de octubre de 1982 en la que se derrumbó la presa de la localidad valenciana de Tous. Eso hizo que se endureciera la normativa y, a la hora de transformar el puente de La Almozara, se vieran obligados a "levantar un metro" estas tuberías. Porque la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) exigió que esta infraestructura estuviera preparada para avenidas extraordinarias de 500 años, no de 100 como hasta entonces. Se tuvo que instalar otra en paralelo, alcanzar esa altura y entonces poder cubrirla para acometer el puente que es hoy.

Historia escrita en fibrocemento, en un cajón de hormigón o tapada por el ir y venir de coches. Testigo del paso del tiempo que hasta en su desaparición pasa inadvertida.

Fuente: El Periódico de Aragón