La obra de este tramo, de unos dos kilómetros de longitud, ejecutada en un 40% y adjudicada a finales de 2017 por 53,2 millones, ha encontrado dificultades en los últimos meses como consecuencia de la "discontinuidad del terreno", que provocó "la afluencia imprevista de aguas, lo que generó el descalce de un edificio" en la calle Zubieta el pasado mes de junio.
Meses antes, en enero, "la aparición de arenas a gran profundidad en la zona de Easo, obligó a la aplicación de un sistema constructivo" para mejorar la capacidad de resistencia del terreno.
Estas modificaciones, explica ETS, "supone un sobrecoste presupuestario superior a lo que permite la ley de contratación, por lo que ETS estudia la posibilidad de rescindir el contrato actual".
Euskal Trenbide Sarea confía en que en dos meses haya un nuevo proyecto, "basado en un 95% en el actual pero que incluya las soluciones constructivas", por lo que tras su licitación en torno a final de año, el nuevo adjudicatario "pueda reanudar las obras a pleno rendimiento hacia el mes de mayo".
Garantizar la seguridad
Mientras tanto, la actual UTE desarrollará en el subsuelo del centro donostiarra "tareas para garantizar la seguridad, mientras que los trabajos en superficie se mantendrán con normalidad para evitar afecciones a la ciudadanía".
La situación de la obra en la actualidad es que los operarios están revistiendo la caverna Easo, al tiempo que "se trabaja en la boca de Morlans, el cañón de Autonomía y la ejecución de micropilotes en la calle San Martin, para el futuro acceso por la calle Loiola".
Respecto al tramo entre Lugaritz y Miraconcha, la excavación ya está completada, según recoge la nota hecha pública hoy, la caverna que acogerá la estación de Benta Berri está revestida "mientras que se está trabajando en la conexión con la línea en Lugaritz y los revestimientos del túnel y los cañones de acceso a la plaza Bentaberri y el polideportivo".
Fuente: Noticias de Gipuzkoa
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