lunes, 20 de enero de 2020
NOTICIAS --- 44 años a bordo del trenillo
Entre Calahorra y Arnedillo, decenas de paseantes, de ciclistas y de amantes de la naturaleza disfrutan cada día de un sendero singular, arrimado al ligero pasar del Cidacos, bajo la sombra de árboles y huertas. Es la Vía Verde del Cidacos, que conecta con serenidad, tranquilidad y aire libre las localidades que surca el río a lo largo de 35 kilómetros.
Pero originalmente no fue un paseo por la naturaleza. Fue un ferrocarril secundario. El trenillo, que durante casi 44 años quiso conectar las ciudades del Cidacos con el nudo de comunicaciones nacionales calagurritano, queriendo darles mayor riqueza y acercar recursos como las minas de Préjano o el balneario de Arnedillo.
Tras varios años rondando el proyecto los planes nacionales de ferrocarriles secundarios, un cambio en la normativa empujó a la Sociedad Eléctrica Metalúrgica a apostar por el desarrollo del de Calahorra-Arnedillo, con la idea también de conectar las minas de Préjano con el eje navarro.
Los estudios iniciales comenzaron en 1917, hasta que el 11 de mayo de 1920 salía a subasta su concesión. Como detalla el completo libro 'El ferrocarril Calahorra-Arnedillo y las minas de Préjano', presentado recientemente por Luis Prieto Tur, Mariano Rodríguez Gonzalvo y Enrique Díez González, contó con un proyecto de ejecución de 9,8 millones de pesetas para su trazado de 35,18 kilómetros con estaciones en Calahorra, Autol, Quel, Arnedo, Herce, Santa Eulalia Bajera, Préjano y Arnedillo. Pretendía llegar a Enciso, que entonces contaba con 1.200 habitantes y una potente industria textil, pero no prosperó.
El 30 de mayo de 1922 se inauguraba el tramo de Calahorra a Autol. Once meses después, el de Autol a Quel y el 14 de agosto de 1923 llegaba a Arnedo. El 31 de julio del año siguiente llegaba a Herce y acondicionaba el tren minero a Préjano, villa que superaba los 800 vecinos. Aunque el titular del balneario de Arnedillo lo demandó, no llegó el tren de mercancías a la villa hasta el 15 de diciembre de 1946 y el de viajeros en julio del año siguiente. Fue la época en la que, tras recuperar los muchos problemas económicos en los primeros años 30 y los daños sufridos en la Guerra Civil, el Gobierno de España volvía apostar por el ferrocarril de vía estrecha.
Pero, como relatan los tres autores, «no existía un tráfico de mercancías suficiente para justificar la rentabilidad de las inversiones». La producción de las minas de Préjano se quedaba en el ámbito local y la incipiente industria del calzado en Arnedo prefería utilizar el transporte en carretera, al igual que los que compraban sus primeros coches en los 60. El 15 de enero de 1966 se anunció el cese del servicio. El final de una época sobre raíles para el valle riojano.
Fuente: La Rioja