martes, 15 de enero de 2019

NOTICIAS --- Cerca del 80% de los trenes en Aragón tienen más de 20 años


A todos los aragoneses que hayan podido asistir a la polémica suscitada en Extremadura este mes, por las quejas sobre el mal estado de los trenes que circulan en las líneas regionales, y de las vías, les ha tenido que sonar todas y cada una de las críticas. Estas han derivado en un compromiso de Renfe para reformar los motores de 40 de esos vehículos que tiene allí. Pero la rebelión extremeña retumba en una comunidad como Aragón que lleva tiempo harta de ser su «desguace». Alertan los trabajadores que «el 80% de los vehículos que circulan aquí tienen 30 o 40 años». Responde la compañia que su vida útil se renovaron con los arreglos que se ejecutaron entre el 2013 y el 2017 de todo el material rodante asignado al territorio. Y con sus datos oficiales: Son 35 vehículos y 27 se fabricaron entre 1987 y 1997. El 77% tiene más de dos décadas. Ayer volvió a averiarse un tamagochi que cubre la línea Teruel-Zaragoza, obligando a llevar por carretera a cuatro pasajeros. Este mismo tren ya se estropeó el pasado 7 de enero. Teruel existe denunció que estas averías son demasiado frecuentes.

Quizá la línea de Teruel sea la que más visibilidad tiene, por las reivindicaciones de impulsar un corredor Cantábrico-Mediterráneo que cada día suma más apoyos y que tiene a Aragón como un nexo de unión necesitado de mejoras. Pero la radiografía del estado de los trenes, de la infraestructura y de la oferta es, según los propios trabajadores, «peor que en Extremadura», y solo parece acallarse «porque Zaragoza y Huesca sí tienen alta velocidad». Mientras sus regionales languidecen y sobreviven con pésimas condiciones para el usuario.

Contar incidencias

«Quizá aquí el viajero no protesta demasiado, o son pocos», opinan los sindicatos, que ven el problema como una urgencia a atender por más motivos que la confortabilidad del viajero, que también importa. La seguridad debería ser lo más importante, pero las incidencias son constantes, «cada día», afirman. Su problema es que no es fácil contabilizar incidencias. Sí lo es para Renfe, que asegura que «en el 2018 se produjeron 35 averías que provocaron retrasos de más de 30 minutos».

Sin embargo, los sindicatos explican: «Son aseos que dejan de funcionar, o la climatización y el aire acondicionado, el olor a gasóleo en el interior de los vagones o esas averías e incidencias que no entran en la estadística pero que perjudican al servicio igual». «Además, falta personal en los talleres, repuestos e incluso material que muchas veces se recicla de otros vehículos», añaden. O la reducción del personal a bordo, que merma la atención a los pasajeros en caso de avería.

En la flota, explican que el tamagochi, el tren de la serie S-596 que presta servicio en la línea Zaragoza-Teruel y hacia Jaca-Canfranc (y que se llama así por los constantes cuidados que necesita un vehículo que tiene más de 35 años), no es el único con problemas. Quizá es el más visible. Pero en la línea de Caspe-Mora, o Monzón o Arcos de Jalón-Calatayud, también circula uno eléctrico llamado 448 que no es otro que «los antiguos Intercity que hace más de 25 años prestaban el servicio con Madrid». «Cuando desapareció, se reconvirtieron en regionales con mínimas reformas, y ahí siguen», relatan. O el 470, otro de los veteranos en Aragón, «con más de 30 años». Y el promedio de antigüedad se compensa con el S-599, el más moderno con poco más de 10 años, «que, curiosamente, es el que menos se usa». Y es que solo pasa por Teruel cuando el final del trayecto está en Valencia. O cuando va a Huesca. Y cuando uno de esos trenes antiguos no da más de sí y se retira, la solución siempre pasa por traer otro igual de viejo de otra región. Al desguace aragonés.

Las cifras oficiales de Renfe apuntan que hay 37 trenes en circulación en Aragón: 8 del S-596 fabricado en 1997 y reformado entre el 2013 y 2014; 8 del modelo 599, del 2004 y renovados entre el 2015 y el 2017; 8 del 448, con fecha de estreno en 1987 y 1991, pero que se repararon también entre el 2014 y el 2017; y 11 unidades del tren 470, también eléctrico, entregados en 1993 y reformados entre el 2014 y el 2017. Las dos unidades restantes son del Civia, que se usan solo en el Cercanías de Zaragoza, se construyeron en el 2000 y que en el 2015 fueron renovados.

Nuevos de otra época

Las mejoras, en opinión de la compañía, ponen el contador a cero de esos vehículos. Se actualizan «por completo» y se quedan «como nuevos», afirma. La antigüedad sería un dato relativo para ellos. Una visión que confronta con una reivindicación que cuestiona las prestaciones que se le ofrecen al viajero y que , por ello, también desincentiva el uso del transporte ferroviario que da servicio a los municipios con estas líneas regionales. En otras palabras, la empresa puede entender que la comunidad no tiene un Ferrari sino un 600, pero estos están como nuevos y en perfecto estado de revista. Y los trabajadores y usuarios replican que los 600 son de otra época y no tienen las mismas prestaciones ni garantías que cualquier utilitario actual. Aragón no pide Ferraris.

En este debate, que en el mejor de los casos, haciendo caso a los datos de Renfe, la comunidad contaría con 27 de sus 37 trenes con más de 20 años, conviene recordar un elemento que podría ser fundamental: la ocupación y la capacidad que ofrecen los trenes más modernos. Hay que partir de la base, por poner un ejemplo, de que un tamagochi tiene 56 plazas y que el modelo más nuevo, el S-599, cuenta con 185, y de que Fomento fijó en el 15% la ocupación mínima exigida para mantener activa una línea regional. Así, para viajar a Teruel en el antiquísimo S-596 se necesitarían cubrir 8 o 9 asientos para no correr peligro de desaparecer por falta de demanda, y el triple en el segundo y más nuevo, más de 27, para alcanzar ese porcentaje.

Las frías cifras de la estrategia empresarial frente a las prestaciones y comodidades de una flota obsoleta.

Fuente: El Periódico de Aragón