sábado, 31 de marzo de 2018

NOTICIAS --- En la torre de control de Cercanías: once cabezas para vigilar 300 trenes en hora punta


Como si fuera un aeropuerto, Atocha -la estación más importante del entramado ferroviario más extenso de España- cuenta con su propia torre de control. En el Centro de Gestión de Cercanías (CGC), una veintena de trabajadores vigilan por tandas mañana, tarde y noche la circulación de estos trenes por los que pasan al día más de 900.000 viajeros. Desde este faro se gestionan las incidencias que sacuden a la red, que espera como agua de mayo el plan 'renove' anunciado por el Ministerio de Fomento.

La metáfora es ilustrativa. Si en lugar de ir y venir de un cabo al otro de la Comunidad surcaran en línea, uno tras otro, todos los kilómetros que recorren, los trenes de Cercanías de Madrid darían una vuelta y media al mundo. Cada día.

Por los 360.000 metros de vía que nervian la región, 276 vehículos realizan cada 24 horas unos 1.336 trayectos que transportan a 907.489 viajeros de media. Para gestionar esta barbaridad de números -hay más: 92 estaciones y nueve líneas comerciales hacen de la madrileña la red más importante del país- es necesaria una atalaya desde la que seguirle la pista a cada tren.

Cuando ocurre algo

A diario, cincuenta empleados de Renfe echan la jornada con un ojo clavado en su ordenador y el otro en el inmenso pantallón que cubre toda una pared del Centro de Gestión de Cercanías (CGC). Con unos gráficos esquemáticos de máquinas recreativas, sobre él se iluminan docenas de carriles y titilan pilotos que representan municipios, vagones y miles de pasajeros de pie o sentados que llegan a su hora a su destino o terriblemente tarde.

En este cerebro, situado como un mirador sobre las vías de Atocha aunque cegado por carteles promocionales, se ve lo que ven las cámaras de seguridad y todo ocurre en un ambiente extrañamente silencioso. Los 'controladores' ferroviarios se dan el relevo a turnos: hay 11 de mañana, 11 de tarde y cuatro de noche. No parecen muchos si se tiene en cuenta que, en las horas punta, todos tienen que vigilar qué pasa con hasta 370 cercanías moviéndose a la vez.

"Cuando ocurre algo, son ellos quienes tienen que pensar qué, cómo y cuándo se arregla con la menor afección posible garantizando la seguridad del viajero", explica Magdalena Bodelón, directora de Cercanías, en una visita a las instalaciones organizada para la prensa. El operador ferroviario está preocupado por su imagen y cuenta las horas para que Fomento dé a conocer un plan renove para la red de corta distancia.

La puntualidad y las reclamaciones

La vetustez de los medios y la foto casi diaria de hacinamientos, retrasos, colas y pasajeros indignados ha mermado su capital público en meses. En el día a día, lo peor que puede pasar es que un tren se pare en tierra de nadie, donde no siempre son posibles los adelantamientos, y eso repercute a todas las estaciones que deja detrás. Además, si la lotería de las averías cae sobre puntos nucleares como Atocha -por donde pasan todas las líneas- o Nuevos Ministerios, las demoras se notan en cualquier confín de la tela de araña.

"Cuando hay una incidencia, tenemos 800 pasajeros por tren que van a llegar tarde y que están enfadados", asume Bodelón. Contra eso, la responsable exhibe la cifra de puntualidad, que, aunque reconoce que ha caído unas décimas en el último año, está en el 96,06 por ciento de media. También, el operador se escuda en el bajísimo número de reclamaciones que llegan a sus manos: de los 241 millones de clientes del último año solo 25.000 se molestaron en dejar una queja por escrito. "Es verdad que ha habido un incremento y ha sido por las escaleras de Atocha, que se arreglarán próximamente, en cuanto lleguen los escalones", disculpa la directiva.

Los sindicatos tienen otra sensación. En un reciente estudio, CCOO fijó el descenso de inversión en la red y la precariedad laboral de la recortada plantilla en el origen de las 4.224 incidencias registradas el año pasado, un récord.

Con todo, las furibundas protestas de usuarios en redes sociales han creado un nicho para la política. Alcaldes, diputados y hasta la presidenta regional, Cristina Cifuentes se han puesto de acuerdo para sacar los colores al Ministerio. Del plan se sabe que servirá para reconvertir convoyes y mejorar las frecuencias de algunas líneas especialmente tendentes a la catástrofe. Según sus propias previsiones, el anuncio estaba previsto para marzo. A día 20 y con la Semana Santa asomando, desde Fomento aún no se atreven a poner una fecha. Está por ver si, de nuevo, la red de Cercanías pierde también ese tren.

Fuente: madridiario