sábado, 4 de agosto de 2018

NOTICIAS --- ¿Qué bacterias se transfieren a nuestras manos cuando viajamos en metro?


La población de bacterias que vive en el interior de un vagón de metro varía a lo largo del día. A primera hora, cada línea del suburbano tiene su propia población característica y a última hora todas las bacterias se han mezclado unas con otras creando una población uniforme en todo el sistema. Es la principal conclusión de un estudio publicado este martes por el equipo de Gianni Panagiotou en la revista Cell Reports y que se ha basado en el análisis de las bacterias en el interior del metro de Hong Kong.

Alrededor de cinco millones de personas utilizan este medio de transporte cada día, la mayoría de ellas para entrar en la ciudad desde China. El interés de los investigadores era conocer si los movimientos de las personas, y la conectividad de la propia ciudad en el subsuelo y la superficie, hacían variar la microbiota de manera temporal y cómo puede afectar a las personas. “Por la mañana, cada lÍnea tiene sus características microbianas propias, que reflejan las regiones por las que pasa, pero a medida que más y más gente va utilizando el metro durante el día, las comunidades microbianas de las diferentes líneas se hacen más parecidas, dominadas por las bacterias comensales de la piel humana”, explica Panagiotou. “Aunque se limpian constantemente las superficies que tocamos, los vagones de metro tienen muy poco espacio personal - los pasajeros se apretujan allí, y estamos hablando de una de las ciudades más pobladas y con mayor densidad de población del mundo”.

Para conocer estas variaciones en la población de bacterias, los autores del estudio reclutaron a varios voluntarios que viajaron en metro durante media hora en diferentes momentos del día y después les tomaron muestras de la piel de las manos. Porque el estudio no se centraba en conocer qué bacterias hay en los vagones, algo que ya se ha estudiado en Nueva York, sino en cuáles se transfieren a nuestras manos en distintos momentos del día. Su intención era, además, descubrir los patrones de actividad de la ciudad en la variabilidad de la microbiota suburbana. “Con cinco millones de personas cogiendo el metro cada día”, apunta Panagiotou, “la huella de la ciudad entera tiene que estar allí”.

La mayoría de los microorganismos transferidos a las manos de los voluntarios eran bacterias inofensivas de las que viven habitualmente en nuestra piel alimentándose de células muertas. Pero también se descubrieron algunos patógenos. Una de las mejores pruebas de que durante el día se iban mezclando unas poblaciones de bacterias con otras es que al rastrear en busca de genes de bacterias resistentes a los antibióticos por la mañana apenas se detectaban unos cuantos y por la tarde estaban por todas partes.

Por suerte, esta mezcla de bacterias no supone un riesgo para la salud, ya que la mayoría son totalmente inofensivas. “La idea de este proyecto no es asustar a la gente”, claran el autor principal del estudio, “porque lo que hemos observado es que un mayor tráfico de las lÍneas de metro no conlleva un mayor riesgo para la salud, ni en términos de patógenos ni de genes resistentes a los antibióticos. En lugar de eso, queremos entender mejor cómo la planificación urbana puede impactar en los tipos de bacterias que nos encontramos, de modo que estudios como el nuestro sobre la composición microbiana de los vagones pueda servir de guía para futuras estrategias de salud pública y diseños de transporte colectivo”.

Fuente: NEXT