viernes, 3 de abril de 2009

NOTICIAS- El Metro se queda pequeño en su primer día de funcionamiento.

El primer día de funcionamiento del Metro no estuvo a la altura del entusiasmo con el que decenas de miles de sevillanos estrenaron una de las infraestructuras más esperadas de la historia reciente de la ciudad. Trenes y estaciones se colapsaron a partir de las seis de la tarde, apenas cuatro horas después de su apertura al público, hasta el punto de que la concesionaria de la explotación se vio obligada a añadir una unidad más a las 14 con las que arrancó el servicio.

Casi 40.000 personas utilizaron el Metro en su estreno, a pesar de que sólo estuvo abierto media jornada, según fuentes de la Consejería de Obras Públicas, que achacaron "en parte" esta avalancha a que los propietarios de las tarjetas sin contacto del Consorcio de Transportes de Sevilla pudieron viajar gratis por ser el primer día. Las previsiones de la concesionaria apuntan que el Metro será utilizado diariamente por unas 50.000 personas, por lo que ayer se acumuló en unas pocas horas el volumen previsto para una jornada completa.

Metro de Sevilla informó que la jornada transcurrió con "total normalidad" salvo algunas averías en máquinas expendedoras o teleindicadoras, consideradas como propias de una jornada inaugural. Según la concesionaria, la anécdota del día fue la detención de un tren por cinco minutos para encontrar un niño que se había subido a un vagón sin que sus padres se dieran cuenta.

Pero la realidad fue distinta. La afluencia de público evidenció que la infraestructura aún tiene numerosos puntos por mejorar, algunos muy importantes como es el mismo diseño de los trenes, que fueron incapaces de absorber una demanda que puede repetirse en cualquier hora punta, en un partido del Sevilla F. C. o una jornada de Semana Santa o Feria. Además, una de las quejas más comunes se refirió a la situación de barras de sujeción interior del tren, lo que provocó muchos tropiezos y caída de los viajeros durante los viajes.

Las primeras colas se formaron ante las máquinas expendedoras, que además de ser escasas -una de las principales quejas de los usuarios- fallaron casi desde el primer momento, agravando el desconcierto propio de unos viajeros que todavía no tienen claro el sistema tarifario. En Ciudad Expo, Condequinto, San Juan Bajo o el Prado de San Sebastián se repitió la avería del lector de billetes, por lo que sólo se podía pagar con tarjeta o con monedas.

La Policía tuvo que asistir al personal del Metro en la estación de Ciudad Expo para regular el acceso de usuarios, y los operarios abrieron los tornos para aliviar el paso sobre las ocho y media de la tarde. En el otro extremo de la línea, en la estación de Condequinto, muchos viajeros se quedaron en tierra porque era imposible acceder a los trenes. Éstos estaban atestados de personas que no se apeaban ya que habían realizado el viaje de punta a punta por probar el Metro y regresaban a continuación al centro.

La situación se repitió en el resto de las estaciones, en las que muchos usuarios desistieron de viajar porque sólo se podía entrar en los trenes a base de empujones. A partir de las seis de la tarde, los conductores empezaron a emitir por megafonía mensajes instando a apearse aquellos viajeros que realizaban recorridos cortos, y algunos trenes no hicieron parada en el Prado de San Sebastián para evitar un colapso en los andenes. Dentro de los vagones hubo escenas de tensión, sobre todo con viajeros que habían introducido una bicicleta -los cuales se quejaban de que no tenían un lugar acondicionado para dejarlas- y el resto de usuarios.

Estas circunstancias incidieron también en los tiempos de viaje, que no se acercaron ni por asomo a los previstos inicialmente. El trayecto entre extremos llegó a durar más de una hora, aunque es de esperar que conforme el servicio madure se acerque a los 33 minutos estimados en principio. Los fallos en señalización agravaron el desconcierto natural del primer día, especialmente en la estación de Cocheras, donde finaliza el trayecto de la mitad de los trenes. Muchos usuarios no sabían que tenían que transbordar a otro tren para llegar a Condequinto, y no había ningún miembro del personal del Metro destacado en los andenes para suplir las carencias de las señales, que apuntaban siempre el mismo destino y tiempo de espera.

Otro sistema que debe ser afinado es el de las puertas de los andenes. En muchas estaciones, los trenes no se detuvieron en el punto exacto y el maquinista se vio obligado a dar marcha atrás o a frenar bruscamente tras varios minutos de espera. En Primero de Mayo, los vigilantes de seguridad tuvieron que abrir las puertas de emergencia tras unos minutos de intentos infructuosos por cuadrar el tren con los accesos al andén. En otros puntos, las puertas se cerraban bruscamente, dejando en tierra a la mitad de una familia.

Fuente: Diario de Sevilla (www.diariodesevilla.es)