Un automóvil destrozado que parecía un acordeón. Dos jóvenes atrapados en un amasijo de hierros. Salpicaduras de sangre en las carrocerías del coche y el tranvía. La escena era dantesca. Sobrecogedora. Con esta imagen desgarradora se toparon ayer los primeros bomberos y policías que llegaron a la rotonda de la avenida de Cataluña en Valencia.
Dos jóvenes vecinos de Gandia acababan de sufrir un terrible accidente al ser arrollado su Renault Mégane por un tranvía de la línea 4 de Metrovalencia. El mirador de la rotonda fue testigo mudo de una tragedia que tardarán en olvidar los bomberos del parque Norte.
Pocos minutos pasaban de las once y media de la mañana cuando el teléfono de emergencias 112 recibió el primer aviso del accidente. El tranvía había arrollado a un turismo a la altura de la glorieta. La urgencia era máxima. Cada segundo podía ser determinante para salvar las vidas de los ocupantes del automóvil.
Al lugar de los hechos acudieron todos los bomberos del parque Norte, situado a escasos metros del lugar del siniestro, con la única excepción del telefonista. El equipo de salvamento tenía por delante un trabajo muy complicado.
Un total de 13 bomberos participaron o colaboraron en el rescate. Varios de ellos cortaron los hierros del Renault Mégane, de color gris plateado, que estaba incrustado entre el poste de la catenaria y el propio tranvía.
Quizás, los ocupantes, dos jóvenes de 20 y 21 años, todavía tenían un hilo de vida. Pero no era así. La mala suerte se cebó con ellos y perdieron la vida prácticamente en el acto.
Rafael Mocholí Pérez, de 20 años de edad, y Víctor Da Silva Ferreira, de 21 años y origen brasileño, ambos vecinos de Gandia, llegaron a la rotonda desde la carretera de Barcelona en el Renault Mégane. Conducía Víctor. El coche paró en el semáforo, que se encontraba en fase roja. Todo sucedió en cuestión de segundos.
Primero pasó un tranvía en dirección al Pont de Fusta. Acto seguido, el joven inició de nuevo la marcha sin saber la tragedia que se avecinaba. Otro convoy, en esta ocasión de la línea 4, viajaba con cerca de 40 pasajeros en dirección a Doctor Lluch, o lo que es lo mismo, finalizaba su ruta en la playa de Las Arenas. Sin embargo, el tranvía nunca llegó al final del trayecto. Víctor no se percató de su presencia. La causa de la tragedia fue un error humano. Una imprudencia. Un descuido.
Inmediatamente, el tranvía arrolló el coche y lo arrastró 10 metros, aproximadamente, hasta que el turismo quedó encajado entre el vagón y el poste de la catenaria. Los jóvenes fueron engullidos por los hierros de lo que hacía pocos minutos era su automóvil.
El impacto del tranvía contra el coche fue brutal. Y también mortal. El conductor del convoy no pudo hacer nada para evitar el accidente. La vida de los dos chicos quedó truncada en pocos segundos. La imprudencia de saltarse un semáforo en rojo les costar la vida. Según el testimonio de varios testigos y del conductor del tranvía, el Renault Mégane no respetó la señal luminosa.
Nada más tener conocimiento del terrible accidente, el concejal de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Valencia, Miquel Domínguez, se personó en el lugar. También acudió la comisión judicial con el fiscal, el juez y el médico forense.
La rotonda se llenó de vehículos de los servicios de emergencia, Policía Local y Policía Nacional. Los agentes cortaron el tráfico en la avenida de Cataluña para facilitar la labor de los bomberos. Minutos antes, el conductor del tranvía sufrió una crisis de ansiedad y fue atendido por los sanitarios.
La corriente eléctrica de las vías se suspendió para facilitar las labores de rescate. Sin embargo, durante unos minutos volvieron a electrificar las vías porque había que desplazar el convoy para liberar el coche. «Está complicado sacar los cuerpos. Hay que tirar el tranvía hacia atrás, que es el recorrido más corto, y buscar el hueco. De esta manera, podremos sacar a las personas», explicó Julián Rodríguez, inspector jefe de Bomberos de Valencia, minutos antes de que finalizara el rescate.
Un rescate muy complejo.
Los bomberos trabajaron durante una hora y media para liberar los cuerpos. Una labor muy compleja debido a la posición y al estado de las víctimas. «El rescate ha durado tanto porque estaban bastante atrapados y muy juntos», comentó Rodríguez una vez finalizada la actuación. Era ya la una de la tarde.
Mientras tanto, los efectivos de la policía recababan pruebas y testimonios para la pertinente investigación. Aproximadamente sobre las 14.15 horas finalizaban las labores de rescate con el levantamiento del cadáver de Víctor Da Silva. Luego quitaron el coche siniestrado de la calzada para que pudieran llevarse a cabo las labores de limpieza.
Era el momento en el que los bomberos podían dar por terminada su labor. Sus rostros desencajados por el cansancio y repletos de sudor, eran la viva imagen de la complejidad de un rescate que no pudo acabar de forma más triste. Con la muerte de dos jóvenes rockeros de Gandia. Los dos fallecidos formaban parte de una banda de rock metálico duro de Gandia llamada The shadows of the sunshine. Rafa Mocholí era el bajista; y Víctor Da Silva, uno de los guitarras de esta formación de cinco jóvenes.
Estudiaban música en el Conservatorio de Valencia con el sueño de lograr el éxito en ese mundo reservado sólo para unos cuantos elegidos. Víctor había nacido en Salvador de Bahía, pero llevaba muchos años en Gandia, donde había hecho amigos y una novia. Rafa era el más jóven de los dos. Su madre regenta una pastelería en la que ayer se podía leer un cartel; "Cerrado por defunción del hijo". Los trabajadores de los comercios vecinos se llevaban las manos a la cabeza al saber que la víctima del accidente de tranvía era el hijo de la pastelería Mocholí.
Ambos, Víctor y Rafa, compartían la pasión por la música de guitarra y disfrutaban con los directos. No hay más que ver las fotos que muestran en su myspace. http://www.myspace.com/shadowsofthesunshine#ixzz0uuZ4uwPO. En ellas se les ve haciendo sudar la guitarra con pasión. Hace ahora un año publicaron su segundo EP y habían realizado numerosos bolos por pubes de la zona de la Safor y Valencia.
La madre de Rafa se enteró al poco de ocurrir el accidente. Nada más conocer la trágica noticia se dirigió a una vecina para decirle, casi sin parpadear, que cerraba porque su hijo había muerto y tenía que ir a Valencia para reconocer el cadáver.
Fuente: Las Provincias (www.lasprovincias.es)