lunes, 26 de mayo de 2014

NOTICIAS - Cuando las vías eran el único camino.


En unos años donde la movilidad estaba muy limitada por las escasas carreteras y un transporte público casi inexistente, el tren era la fórmula más rápida para moverse. Los raíles eran el instrumento que casi todos los vizcainos usaban no solo para ir a trabajar en los trenes de cercanías o la extensa red de tranvías existente, también eran esenciales para la productividad de las grandes empresas industriales y mineras que marcaban la economía de Bizkaia.

Así lo demuestra la colección de fotografías que el Museo Vasco del Ferrocarril (MVF) ha recuperado en los últimos meses gracias a la colaboración de la Asociación de Amigos del Museo y que fueron tomadas en la península ibérica por el británico Trevor Rowe entre los años 1953 y 1968.

Juanjo Olaizola, historiador ferroviario y empleado del museo, especifica como "Rowe prestó especial atención a los ferrocarriles de Euskadi, tanto a los de servicio público como los Vascongados, el Santander-Bilbao, La Robla o los trenes de Renfe, como a los de servicio particular representados en los trenes mineros de La Orconera, la Franco-Belga y el de Sestao a Galdames así como los ferrocarriles de Altos Hornos de Vizcaya y La Basconia".

Rowe fue todo un personaje y uno de los más destacados aficionados al ferrocarril y fotógrafo ferroviario de Gran Bretaña. Su pasión por el ferrocarril le llevó a recorrer medio planeta a la búsqueda de las locomotoras de vapor más antiguas, los trenes de vía estrecha más singulares y los tranvías más primitivos.

Algunas de estas joyas de la época los encontró en Bizkaia y los amigos del Museo del Ferrocarril han tenido acceso a los negativos para su restauración. Olaizola concreta cómo "fueron cerca de un millar de fotografías las que tomó en todo el Estado, de las cuales unas 60 son del País Vasco". Destaca que son "de gran interés" ya que recupera para la memoria colectiva momentos inolvidables en imágenes inéditas.

Servicio para todo.

Destaca la importancia que tenían el ferrocarril en las industrias del territorio. Altos Hornos de Vizcaya, en Sestao, o La Basconia, en Basauri, fueron empresas que no solo necesitaban las vías para recibir las materias primas y exportar sus mercancías ya finalizadas, también utilizaban viejas locomotoras de vapor para sus tráficos internos. Las grandes extensiones que ocupaban obligaban a contar con raíles y cambios de vías. Las industrias mineras tenían otras prioridades a la hora de usar viejas chimeneas rodantes. Necesitaban largos trazados viarios para llevar desde las bocas de las minas hasta los puntos de embarque toneladas y toneladas de hierro. Un ejemplo es el ferrocarril de La Orconera: diez kilómetros de recorrido con ocho túneles entre los montes de Triano y la ribera de Lutxana, donde llegó a depositar hierro hasta en cinco cargaderos diferentes.

Aunque Trevor Rowe estaba enamorado de las viejas locomotoras de vapor no desdeñó fotografiar las nuevas cabezas tractoras impulsadas por motores diesel o eléctricos. En Bilbao, también fue testigo de ese momento de evolución como se observa en la imagen superior, tranvías al lado de un nuevo trolebús, ambos transportes impulsados por electricidad, pero uno obsoleto e hipotecado por el trazado fijo de los raíles, y el otro moderno y con libertad de circulación por las nuevas calles que surgían en la villa.

El fotógrafo británico también fue un visionario con la imagen más grande de este reportaje. El cierre del anillo del tranvía actual, desde Autonomía hasta la plaza Circular pasando por la plaza Zabalburu y Hurtado de Amezaga, tendrá una nueva parada justo en el mismo punto donde Rowe obtuvo la instantánea. El historiador inglés quiso recoger en un solo plano el tranvía urbano y la estación de Abando, cuya fachada luce igual que en la actualidad, a pesar de que ha pasado más de medio siglo.

Recuerdos ferroviarios de un pasado no tan lejano, que muchos aún rememoran porque fueron protagonistas y que gracias a la colaboración altruista de los amigos del MVF volverán a ver a la luz.

El colectivo ya ha efectuado un primer escaneo de todas las imágenes y desde el Museo del Ferrocarril esperan que a lo largo de este año se pueda organizar una exposición de las mejores imágenes en sus dependencias de Azpeitia. La idea con la que trabaja el museo es que, en cuanto se hayan corregido los defectos provocados en los negativos, como fallos en la emulsión o rayaduras, las imágenes restauradas se suban a la web del Museo "para que todos los interesados puedan disfrutarlas", concluye Olaizola.

Fuente: Deia