Un paso largo para las comunicaciones dentro del departamento francés de los Pirineos Atlánticos, pero un paso corto hacia la reapertura de la línea de Canfranc. En una valoración rápida, ese es el balance de la reapertura al tráfico de trenes del tramo de 35 kilómetros entre Pau y Oloron, que el lunes entró de nuevo en servicio tras permanecer cerrado seis meses para la realización de una reforma que, sin embargo, no incluye la electrificación del recorrido.
De hecho, la puesta en funcionamiento del tramo entre Oloron y el pueblo de Bedous, que mide 25 kilómetros y lleva cerrado desde 1986, no se llevará a cabo hasta el año 2012, según los cálculos más optimistas. La idea de las autoridades de Aquitania es que se empiece a trabajar "ya mismo" entre ambas localidades bearnesas, según declaraciones del alcalde de Oloron, Bernard Uthurry, a la prensa gala.
Pero el proyecto reviste una gran dificultad técnica y, sobre todo, un coste económico muy elevado. Y ello debido a que, tal y como estipula una reciente normativa francesa (la circular Bussereau), será preciso eliminar los ocho pasos a nivel existentes entre Oloron y Bedous.
Con todo, el objetivo final no es otro que alcanzar la frontera española por el túnel ferroviario de Canfranc. Y ese horizonte, para el que nadie aventura siquiera fechas aproximadas, parece todavía más lejano.
La línea férrea entre Bedous y Canfranc se cerró en 1970, tras el hundimiento de un puente al paso de un convoy. Y desde entonces la maleza se ha apoderado de las oxidadas vías, las infraestructuras se han ido degradando y las estaciones están en ruinas o se han transformado en viviendas o museos.
No obstante, al otro lado de los Pirineos la reapertura de la línea Pau-Oloron, pese a su nulo alcance internacional, se considera una muy buena noticia. Las obras han costado mucho dinero, 35 millones de euros, a razón de un millón por kilómetro, que se han gastado sobre todo en cambiar los raíles (de atornillados pasan a soldados), reforzar el balasto (se han vertido 100.000 toneladas) y en sustituir 50.000 traviesas de madera por 60.000 de hormigón.
Una inversión tan fuerte y una mejora tan notable, sin embargo, no supondrán una reducción del tiempo de viaje entre la capital de lo Pirineos Atlánticos y Oloron, que se mantendrá en unos 35 minutos.
Y eso que los viejos trenes utilizados hasta ahora (conocidos como Z2200) han sido sustituidos por autorraíles X73500, que funcionan con diésel y destacan por su comodidad, su marcha silenciosa y su mayor seguridad. Contra lo que pudiera parecer, no se trata de máquinas nuevas, ya que han sido adquiridas, de segunda mano, al Gobierno regional de Alsacia, donde prestaban servicio hasta ahora.
Pero, nuevos o no tan nuevos, los autorraíles suponen una mejora innegable en las comunicaciones entre las dos ciudades bearnesas que en adelante estarán unidas a diario por 16 trenes, frente a los 14 que había hasta hace seis meses.
Todo un logro, sin duda, para los vecinos galos, pero que no satisface del todo a Alain Rousset, presidente de Aquitania, que apuesta por electrificar la línea y prolongarla hasta España.
Fuente: El Periódico de Aragón (www.elperiodicodearagon.com)