martes, 20 de noviembre de 2018

NOTICIAS --- Camiones sobre trenes: ¿qué fue del plan de España y Francia para agitar el transporte?


El transporte de mercancías por ferrocarril es el patito feo del modelo logístico español. Pese a tratarse probablemente del mecanismo más ecológico para llevar cargas de un lugar a otro en el caso de grandes distancias, la cuota del tren no solamente no ha crecido en los últimos años, sino que además ha descendido. Apenas el 5% de la carga en toneladas por kilómetros se mueve en territorio español mediante este sistema. El porcentaje es todavía menor en toneladas netas, un exiguo 1,4%, según el último informe sobre este modo logístico elaborado por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). La cuota modal en España se sitúa en la parte más baja de los países de la Unión, superando únicamente a estados con una extensión mucho más reducida o con carácter insular, sostiene el informe. Frente a 60,7 y 35,3 millones de toneladas que se transportan por carretera o mar, respectivamente, el ferrocarril canaliza 2,3 millones, una cifra residual.

España está a años luz de cumplir con las recomendaciones del llamado Libro Blanco de la Comisión Europea, que marca como hitos sustituir el 30% del transporte por carretera a distancias superiores a los 300 km por el ferrocarril para 2030 y del 50% para 2050. El primer borrador de Ley de Cambio Climático y Transición Energética presentado por el Ministerio de Energía y Medio Ambiente de Teresa Ribera apenas hace referencia a esta cuestión. Tampoco la proposición de ley presentada por Podemos en el Congreso de los Diputados concreta medidas para reducir la dependencia del transporte de mercancías por carreteras, más allá de recordar los objetivos del Libro Blanco.

Sin embargo, el Gobierno de Pedro Sánchez sí ha heredado una iniciativa que puede ayudar a que mejore la competitividad del ferrocarril como modo logístico para las empresas exportadoras e importadoras españolas. El anterior ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, inició con Francia una negociación para que ambos países impulsasen la puesta en marcha de un sistema de transporte intermodal bautizado como autopistas ferroviarias. El sistema, de uso extendido en el vecino galo bajo la denominación de 'ferroutage', combina el transporte por carretera con el de ferrocarril, adosando a este las largas distancias y descongestionando las carreteras. Consiste en colocar en origen sobre los vagones los camiones o los remolques o plataformas de carga de los camiones. Una vez en el destino, estos mismos camiones o cabinas que recogen las cargas se encargan de redistribuir la mercancía en los puntos concretos a los que vaya dirigida.

Para estar e interés del sector en un sistema que en teoría debería reducir no solo emisiones de efecto invernadero (el tren funciona con electricidad), sino también costes logísticos, Fomento puso en marcha en abril en colaboración con el Ministerio de Transporte galo dos manifestaciones de interés dirigidas a las empresas del ramo para los corredores mediterráneo y atlántico y su paso por Francia tras cruzar los Pirineos por los pasos de Portbou o Irún en los itinerarios que conectan el noroeste (Vitoria) y el este de España (Valencia-Murcia) con el norte y el este de Francia (Calais / Lille / Metz) o "incluso más allá".

Las dos convocatorias tenían como objetivo suscitar las iniciativas de los actores industriales al proporcionar respuestas y soluciones operativas para estos servicios. Y las respuesta no pudo ser más positiva. En la referida al material rodante, cinco fabricantes mostraron su interés en adaptar sus líneas de producción y ser capaces de ofrecer las plataformas necesarias para poder armar los convoyes. CAF, Civenssy y Stadler Rail Valencia, en España, y Cargo Beamer y Lohr, en Francia, expusieron sus proyectos con datos técnicos de costes, comercialización y características técnicas. Se estima que cada plataforma o vagón adaptado puede rondar los 300.000 euros en coste de fabricación. Estas compañías también entregaron dosieres con propuestas sobre cómo deberían adaptar las terminales de carga.

Otras doce empresas expresaron su intención de entrar en el negocio de la operación y explotación de estas autopistas del tren. Se trata de la propia Renfe Mercancías, los consorcios Transfesa /Valenciaport o Railsider/Euskotren/CAF y las compañías Viia, Lorry Rail, Port Rail Almanzora Lenante, Brittany Ferriess, CA Maubeuge Val de Sambre, RSR Cargo, CFL Multimodal y Novatrans.

Fomento comunicó el pasado 31 de julio, ya con José Luis Ábalos al frente del ministerio, el resultado de la segunda convocatoria. En esa misma nota, señalaba que "tras el análisis detallado de la información recibida, los Estados (España y Francia) estarán en disposición de tomar las correspondientes decisiones para poner en marcha, en su caso, servicios de Autopistas Ferroviarias internacionales para contribuir al desarrollo de un transporte de mercancías más sostenible y eficiente".

Sin embargo, desde el pasado verano no hay noticias de nuevos pasos. Fuentes de Fomento señalan que la iniciativa no está abandonada. "Todo sigue para adelante. Estamos estudiando conjuntamente la documentación con Francia. Esperamos las conclusiones". No obstante, tampoco concretan los hitos que tiene en mente el equipo de Ábalos para materializarla. Con las obras del corredor mediterráneo en marcha, la posibilidad de enviar productos desde las explotaciones hortofrutícolas del sur de España hasta Francia y Europa por ferrocarril en remolques para distribuirlos en destino con transportistas locales debería ser una alternativa logística interesante para las empresas exportadoras o para compañías que usan los puertos españoles como entrada a Europa. Esto explicaría el interés del consorcio compuesto por Tranfesa y Valenciaport (Autoridad Portuaria de Valencia).

Pero las llamadas autopistas ferroviarias también pueden ser una vía de ingresos nueva para las maltrechas cuentas de Renfe Mercancías. La filial de la empresa estatal perdió el año pasado 25,6 millones de euros brutos y acumula ya 215 millones en resultados negativos de ejercicios anteriores que están castigando su patrimonio neto. La empresa apenas creció en facturación en 2017 (218 millones frente a 214 de 2016). En los tres primeros trimestres del año ha logrado recortar pérdidas, pero no ha base de incrementar su negocio, sino que ajustar gastos. En un mercado liberalizado como el de las mercancías por ferrocarril, el año pasado tuvo que poner a la venta su participación del 20% en Transfesa, controlada en un 70% por la empresa estatal alemana Deutsche Bahn, y de 30% em Semat, dedicada al transporte de vehículos. Pero el proceso quedó suspendido por que las ofertas recibidas eran bajas, según informó El Economista. En paralelo la francesa SNCF, también pública, ha reforzado su posición en España al completa la compra de la división de transporte ferroviario de Comsa el pasado verano, donde ya controlaba el 25%.

Fuente: El Confidencial