lunes, 13 de marzo de 2017

NOTICIAS - "Hay quien, tras coger este tren un día, decidió que iría a València siempre en bus"


No está en la frontera, pero desde un punto de vista ferroviario hace esa función. Se trata de Buñol. A unos 40 kilómetros de València, este municipio supone el punto de inflexión en los servicios que da la red de Cercanías C-3, que emplea las mismas vías que el regional València-Cuenca-Madrid. Desde Buñol salen hasta 26 trenes diarios hacia el cap i casal. La siguiente estación hacia el interior es Venta-Mina, con solo 4 salidas diarias... y más adelante, desde Requena y Utiel solo hay 7 ferrocarriles por jornada. Aun así, las quejas de los usuarios habituales son constantes en Buñol: «Cualquier línea es 40 veces mejor que esta», critica José Zanón, que coge el tren para ir a una consulta al hospital.

Con alrededor de 10.000 habitantes, un buen porcentaje de los vecinos de esta localidad de La Hoya tienen su puesto de trabajo o estudian en el área metropolitana de València. Una de ellas es Norma, que acompaña a José Zanón. «Cuando estudiaba cogía el tren todos los días. Te vuelves loco de todos los ruidos que hace y se mueve mucho. Ahora al menos llega a la Estación del Norte, pero cuando entra en València pierde mucho tiempo porque va muy lento», explica. «Hay quien, tras coger un día el tren para ir a clase a València, decidió que a partir de entonces cogería el bus», sentencia.

Más crítico todavía es José Zanón. «Es el peor tren de Europa, de lo más caro y con poco servicio. Lo que te cuesta ahora la ida, antes tenías la ida y la vuelta. Tiene peor servicio que hace 20 años», denuncia. Hasta todavía más lejos llegó el alcalde, Rafael Pérez, cuando en unas declaraciones a Levante-EMV hace unas semanas aseguraba que «tardamos en llegar a València lo mismo que en 1883, cuando se inició la línea. No hemos avanzado en más de 100 años». Alrededor de una hora dura el trayecto. Casi la mitad, unos 35 minutos, cuesta recorrer la misma distancia en coche por la autovía A-3.

La sensación de la mayor parte de los viajeros es de que el servicio ha empeorado. «En los últimos años nos han quitado muchos trenes», revela Annely, que usa la línea para ir al vecino pueblo de Chiva, donde trabaja de ayudante de cocina. «Tal vez la electrificación mejoraría mucho el servicio», señala. Precisamente esa es una de las grandes reivindicaciones de los municipios de la C-3 en la Declaración de Xirivella que firmaron sus alcaldes hace tan solo un año. El Ministerio de Fomento se comprometió a ello desde València hasta Buñol en 2010, pero los usuarios siguen esperando.

Sin embargo, Annely no tiene queja de la frecuencia: «Los horarios van bien». Tal vez sea porque ella coge el tren en sentido hacia València. No opina lo mismo Concha, que llega a Buñol desde Requena para ir a trabajar. «Los horarios son pésimos. Podríamos tener más frecuencia», critica mientras se encamina apresurada hacia su puesto de empleo.

Accesibilidad inservible

Si hay algo que es evidente que sí que ha cambiado desde que se inauguró la línea en 1883, es la estación. La antigua permanece hoy en día a escasos metros de la nueva infraestructura. Allí se emplaza actualmente un colegio de educación especial. La nueva, construida en 1996 para eliminar un paso a nivel, está dotada de rampas para personas con movilidad reducida y plazas de garaje para personas con discapacidad. Aún así, José Santos, que necesita una silla de ruedas, no pudo subir al ferrocarril el pasado martes para ir a València a ver la «mascletà». El tren no estaba adaptado. Como no lo está ninguno de los que recorre esta línea de Cercanías. El motivo: la flota, junto a la de la C-5 a Caudiel, es la más antigua de los Cercanías de València. Un agravio más del que ya están cansados los usuarios.

Fuente: Periódico Levante-El Mercantil Valenciano