viernes, 24 de febrero de 2017
NOTICIAS - Alta velocidad contra la arena
El AVE del desierto, el tren de alta velocidad que enlazará en dos horas y media los 453 kilómetros que hay entre las ciudades santas de Medina y La Meca (Arabia Saudí), choca constantemente con la inexperiencia. Un proyecto llevado a cabo por un consorcio de 12 empresas españolas, sin precedentes por la dimensión y por la más que especial situación geográfica de la multimillonaria inversión ferroviaria.
Es el primer tren de alta velocidad que cruzará un desierto, un abrupto e inhóspito paisaje, a 300 km/h. Las condiciones climatológicas del desierto de Arabia, con temperaturas que pueden sobrepasar los 50 grados de día y bajar de los 0 de noche, y la arena obligan a buscar fórmulas para proteger a los trenes. Las tormentas de arena frecuentes, además de sepultar las vías, pueden dañar seriamente los costosos trenes.
Y en la guerra contra la abrasión y la erosión que provoca la arena aparece una empresa catalana, Barcelona Serveis Integrats (BSI), que suministra una capa de protección indispensable para los cristales de los trenes. BSI trabaja en el proyecto por encargo de Talgo, la empresa vasca que fabrica los convoyes. En total se producirán 35 trenes, cada uno de ellos compuesto por dos locomotoras diésel y 13 vagones.
La construcción de túneles en las zonas críticas del desierto y una máquina quita-arena, una locomotora que limpia los raíles, son otros ejemplos de ingenios para combatir las condiciones extremas de la zona. La compañía catalana, fundada en 1993, tiene en el mundo del transporte y, en particular, el ferroviario, su mayor actividad. BSI se dedica a comercializar todos aquellos productos de la marca estadounidense 3M que requieren manipulación e instalación. Como es el caso de estas innovadoras láminas protectoras para el AVE del desierto. Un 70% de la actividad de BSI se basa en la fabricación y mantenimiento de trenes, siendo estos filmes adhesivos especiales transparentes su producto más demandado.
El AVE del desierto ha supuesto el 40% de su facturación en los últimos tres años. Antes de la arena del desierto de Arabia, ya habían protegido trenes españoles y metros, como el de Roma o el de Ciudad de México, de las rayadas, los grafitis o el ácido. Las llaman láminas antivandálicas. En este caso, el vándalo es el propio desierto.
"Ante una tormenta de arena, sin estas láminas, los cristales saldrían de la estación totalmente transparentes y llegarían translúcidos, casi opacos. Es como metralla", explica Kim Juvé, fundador y responsable de la empresa, sobre el efecto que produce la arena al impactar contra el cristal. "Esto, evidentemente, pondría en peligro a los pasajeros, pues el maquinista tampoco vería nada", añade. Además de proteger los cristales, BSI también aplica a las estriberas de los trenes y a los faros de las locomotoras una capa de poliuretano para combatir la abrasión provocada por la arena y los pasajeros.
En su sede de Barcelona modifican los productos y un equipo de profesionales se desplaza hasta las fábricas de Talgo para instalarlos. La lámina es de poliéster y tiene cuatro capas, cada una de un grosor de 100 micras (una micra es una milésima parte de un milímetro). Así pues, cada lámina tiene cuatro vidas, y la climatología marcará cuánto se prolonga cada una de ellas. El desgaste, por lo tanto, requiere una tarea de mantenimiento, punto en el que la religión condiciona el trabajo.
Al encontrarse los hangares en lugares sagrados, en los que solo pueden entrar musulmanes, los trabajadores de BSI no pueden encargarse del mantenimiento de sus productos. Esto ha llevado a que parte del equipo de la empresa haya viajado a Arabia para formar a un grupo de trabajadores de mantenimiento de Talgo, todos ellos musulmanes. De esta manera, una vez construidos todos los trenes, BSI pasará a ser solo suministrador. "El mantenimiento es nuestro futuro. Pero para que haya consumo, deben ponerse en marcha los trenes", sentencia Juvé.
Fuente: Periódico elPeriódico