martes, 13 de febrero de 2018
NOTICIAS --- El Vagón de Beni, un viaje gastronómico en tren
Hubo un tiempo en el que viajar era una experiencia reservada a unos pocos. Aquellas personas pudientes que debían volar en esos primeros aviones de hélice que cruzaban el Atlántico, se vestían con sus mejores galas. Hoy los shorts y camisetas sin mangas inundan las cabinas de cualquier vuelo barato. Anteriormente incluso, el viaje en tren, en primera clase por supuesto, era una experiencia de lujo incomparable. El glamour de los vagones de Wagon-lits, la mítica compañía que operaba el Orient Express, para comunicar por tren París y Estambul, fue el leit motiv para abrir El Vagón de Beni.
Hay vida más allá del Orient Express. Trenes de lujo cuyas cabinas dormitorio, salones y comedor evocan la elegancia de los mejores hoteles continentales. Trenes que siguen ofreciendo experiencias inolvidables a través de paisajes de ensueño. En España el Trans Cantábrico y el Al Andalus; son parte de ese recuerdo de un pasado reservado sólo a las clases más pudientes. Viajes de lujo de una semana por la cornisa cantábrica el primero y otros tantos para visitar la Andalucía más característica en el segundo. En El Vagón de Beni podemos probar una pequeña ración de aquel lujo soñado.
En Hoyo de Manzanares, una pequeña localidad serrana del noroeste de Madrid, a unos kilómetros de Torrelodones, conocida por su casino y por el restaurante L’Olive, del que hablamos hace unos días; guarda una pequeña sorpresa a quienes se acerquen hasta allí. A modo de una pequeña estación de trenes, dos vagones de tren perfectamente restaurados sirven de escenario para disfrutar de una cena agradable en un ambiente completamente diferente. El interior del vagón rememora con total fidelidad, el lujo de aquellos trenes de época.
Una estación de tren reproducida con absoluta fidelidad y detalle, la estructura de madera del vagón perfectamente rehabilitada, los ventanales engalanados con sus cortinajes anudados a un lado, las mesas vestidas con mantel de lino y vajillas y cristalería de estilo; nos hacen sentir protagonistas y parte de una escena de esas novelas de misterio que Agatha Christie escribía en y sobre el Orient Express. Benito Celestino, un amante de los trenes de época, se decidió a reproducir la atmósfera que rodeaba esos viajes de lujo, recreando su particular Wagon-Lits.
Hay momentos y lugares en los que el ambiente de un restaurante es más importante incluso que la cocina, y este y aquí es uno de ellos. Una cocina, eso sí, muy correcta, probablemente a la altura de la que se ofrece en uno de estos trenes de lujo que hoy siguen circulando por nuestra geografía. Así, de entrada se puede probar un buen producto: anchoas o unas muy correctas croquetas de carabinero, la cecina de ciervo y la terrina de hígado de pato. El pichón con mostaza antigua y el lomo de buey gallego, son dos platos de carne bien ejecutados.
Fuente: LAINFORMACIÓN
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